La información está ahí, justo delante de nuestras narices… la cuestión es si queremos verla o no.
Ayer se publicaba un artículo en La Contra de La Vanguardia que titulaban «La paz en el mundo empieza en el vientre de la madre». Evânia Reichert, psicoterapeuta familiar y autora del nuevo libro Infancia, la edad sagrada (La Llave), nos advierte sobre la necesidad de amar y respetar a nuestros hijos, sobre todo en los primeros años, ya que esto les va a condicionar para toda su vida.
Aunque es cierto que no aporta muchas cosas nuevas, sí se convierte en una suma de información postiva hacia el cuidado consciente y respetado de nuestros hijos, y estoy totalmente de acuerdo con ella en que esto sí marcaría un cambio real en nuestra sociedad. Personas seguras de sí mismas, queridas, respetadas y que se sientan importantes para los demás. ¿A qué tenemos tanto miedo?
No veo que sea posible este cambio si no hay un tratamiento psicológico de todos los padres y madres, y si puede ser, ¡antes de serlo! Si la persona no está trabajada, es poco probable que sea capaz de darse cuenta de todas las violencias visibles e invisibles que transcurren en su vida, tanto las que recibe como las que emite hacia los demás y, en especial, sus hijos.
De acuerdo, la sociedad está cada vez más concienciada a cuidar a sus hijos, dedicarles tiempo, amor, respeto, cariño… ¿Cuándo?! A partir de las 16 semanas del bebé, la mamá ya debe volver a su puesto de trabajo, y además, seguramente deberá seguir horarios absurdos, largos y tan poco eficientes como el que nos alerta este programa sueco:
Así pues, esto no solamente trata de concienciar a los padres, debe haber un cambio real a nivel político, social y económico, se debe alargar muchísimo más tanto la baja de maternidad como la de paternidad, se debe facilitar mucho más la reincorporación de la mujer, aplicar políticas de conciliación útiles, reales y adaptadas a las necesidades de las familias.
El futuro de nuestros hijos depende de lo que hagamos ahora ¿seguiremos haciéndonos los suecos?