Bajas bajo mínimos

¡Qué difícil es darles a las mujeres y a los niños los derechos que les corresponden! Sí, sí, insisto, ¡los que les corresponden! Porque se habla de «ampliar» los derechos y eso es una falacia…

Ayer, La Vanguardia publicaba un artículo sobre la decisión de los ministros de Ocupación y Asuntos Sociales de los veintisiete, reunidos en Luxemburgo, de aparcar las necesidades de ampliar la baja maternal actual de 16 a 20 semanas. Han decidido aplazar la decisión a finales de año, aunque ha quedado bien claro que la mayoría prefiere desestimarlo.

El ministro español, Valeriano Gómez afirma que una baja maternal demasiado prolongada juega en contra del retorno a la ocupación de las madres trabajadoras. Una frase que no tiene desperdicio.  ¿Qué quiere decir exactamente “demasiado prolongada”? Actualmente, las madres tienen que volver a sus puestos de trabajo cuando su hijo tiene 16 semanas, un bebé con 16 semanas no habla, no se desplaza, ni siquiera se da la vuelta por sí mismo… Y la madre debe dejarlo “guardado” donde pueda, en el mejor de los casos con un familiar, y volver a ser una trabajadora que ahora, además, es madre a tiempo parcial.

¡20 semanas es una miseria! Y ni siquiera tenemos acceso a eso… Yo no soy ministra ni conozco los presupuestos del estado, así que yo no les puedo dar una alternativa realista. Aun así, sé que hay países que funcionan con bajas maternales más decentes, sé que hay estudios que demuestran las ventajas de invertir en bajas más prolongadas, sé que hay madres que deciden dejar de trabajar para cuidar a sus hijos, sé que las madres que vuelven a trabajar con 16 semanas sufren mucho por dejar a sus bebés sin su presencia, sé que hay miles de estudios y profesionales que nos indican que los bebés necesitan a sus madres por encima de todo y sé que, al final, los únicos perjudicados de estas decisiones son los menos favorecidos económicamente. La mayoría de los que se lo pueden permitir, se quedan con sus hijos en casa.

Entiendo que estamos en un momento de crisis y que la prioridad es reducir el gasto. Pero la salud de nuestros hijos no es un gasto, es una inversión. Nuestros hijos son el futuro, invirtamos en ellos para que tengan la fuerza suficiente para mejorar el mundo que les dejamos en herencia.