A las 4 de la mañana (3 horas después de irme a dormir) empezó todo. Mucha gente ha pasado por esto y más estos días, era una gastroenteritis de las buenas. Fue una noche dura, no solamente por encontrarme mal sino porque no podía atender a mi hijo tal y como lo hubiera hecho en otras ocasiones. Entre visitas al baño, le daba el pecho a mi bebé cada vez que este lo reclamaba. No os daré detalles, seguro que os imagináis que fue duro.
Por fin llegó la mañana y mi hijo se despertó tan tranquilo, así que aproveché para pedir el relevo a mi marido y, además, suplicarle que fuera a la farmacia a por un Primperan, que sabía que me iría bien. No es bueno auto medicarse y menos dando el pecho, así que fui corriendo a la fuente de información más fiable que conozco sobre el asunto: el Hospital de Denia. La división de Pediatría de este hospital ha creado la página web www.e-lactancia.org donde informa de la compatibilidad de los medicamentos, plantas, tóxicos y enfermedades con la lactancia materna.
Consulté el medicamento “por producto” y me apareció la información al instante. El Primperan es un antiemético, que no tengo ni idea de lo que significa, la cuestión es que el riesgo con la lactancia es de 0, literalmente SEGURO, COMPATIBLE. Y añade: incrementan la producción de leche por aumento de la prolactina.
Es decir, que no solamente puedo tomarlo sino que además aumenta mi producción de leche, evidentemente, advierte sobre no utilizarlo como galactógogo sin control sanitario.
Total, que podía tomar Primperan tranquilamente.
A todo esto llegó mi marido de la farmacia con Ultra levura – un compuesto de bacilos, hongos productores de ácido láctico – y le miré con la cara descompuesta. Llevaba unas 7 horas pasándolo fatal, esperando a tomar algo que me ayudara y me traía «eso». Y entonces me contó que la farmacéutica había leído el prospecto del Primperan y dijo que yo no podía tomarlo porque estaba amamantando a mi hijo. Yo estaba bastante enfadada. Le conté a mi marido que el Primperan era compatible y que fuera a buscar el medicamento cuanto antes. Él, cumplidor, volvió a buscarlo y lo compró aun y con la insistencia de las farmacéuticas que le desaconsejaban que lo tomara sin una prescripción médica por nuestro hijo. Vamos, que se lo vendían pero que estaba totalmente contraindicado.
El pobre llegó con el medicamento pero hecho un mar de dudas. Tuvimos que llamar a un médico amigo que nos dijo que no pasaba nada pero que tomara un medicamento alternativo. Lo tomé y nada, yo seguía igual de mal.
Así que utilicé el comodín de la llamada a la persona que más me fio de lactancia materna: Alba Padró,que es la persona que atiende las consultas telefónicas en ALBA lactancia materna. La llamé (domingo) y me confirmó que podía tomar Primperan, que no había ningún peligro para el bebé.
Yo estaba la mar de tranquila después de la llamada y quería tomarlo. Mi marido, que había estado bajo la presión de las farmacéuticas, no lo tenía tan claro. Y nuestra decisión fue que él se llevaba el bebé unas horas fuera y yo me tomaba la medicina, lo cual me fue muy bien para descansar. Comencé a sentirme mejor al poco rato.
Lo que me fastidia es que me podía haber tomado el medicamento horas antes, encontrarme mejor y estar con mi familia, y todo porque unas farmacéuticas están desinformadas y se fían de los prospectos, que no hacen más que cubrirse las espaldas.
Dar el pecho no tiene por qué ser sinónimo de sufrir. Por favor, responsables de la salud, ¡informaos! No os quedéis con los apuntes de la facultad, seguid formándoos e intentad estar cerca de expertos sobre la materia. Tuve la suerte de haberme informado y conocer fuentes de información fiables, pero no todo el mundo tiene por qué conocerlas, los profesionales de la salud sí tienen la obligación profesional y moral de estar informados, no las madres!