Amamantar en público

A priori, parece que todo el mundo está de acuerdo con la lactancia materna. Aun así, la sociedad tiene muchísimas reticencias al respecto que se han anclado en nuestra manera de pensar y de plantearnos la alimentación de los más pequeños. Por ejemplo, no está «bien visto» que se amamante en público a los bebés, sobre todo si ya tienen más de 6 meses. No importa que la Organización Mundial de la Salud o la Asociación Nacional de Pediatría recomienden un mínimo de 1 o 2 años de lactancia, lo que importa es lo que esté bien visto socialmente o no.

Es un tema que me recuerda un poco (y perdonad por la comparación) con la utilización de preservativos en zonas de África donde hay epidemias de SIDA. ¿Por qué no lo usan si tienen la información de que puede salvar sus vidas? Pues uno de los factores importantes es porque socialmente no está aceptado y bien visto su utilización.
En nuestro caso pasa lo mismo. Todos sabemos que es bueno alimentar a nuestros bebés con leche materna, que es más sano, que estarán mejor, que es el alimento óptimo para ellos, y que tienen derecho a alimentarse así hasta que la madre y el niño quieran. Aun así, se presiona a las madres para que no vaya bien incluso antes de empezar «si no tienes leche, no te preocupes», «si tienes algun problema, déjalo directamente», «con el biberón se crían igual de bien»; y cuando ya estamos dando el pecho «¿hasta cuando le vas a dar?» «¿todavía mama este niño? ¡pero si ya tiene dientes!» «este niño toma demasiado pecho y come poco»…

Las que damos el pecho y estamos convencidas de ello hasta la médula, tenemos casi la obligación de normalizarlo y dar el pecho donde y cuando el niño quiera, dejar la vergüenza a un lado, ser más fuerte que todas las presiones y dar la cara, por nosotras mismas y nuestros bebés, y por todas las madres que quieran dar el pecho pero que se sientan socialmente reprimidas para hacerlo con total libertad.

Por esta razón, quiero compartir con vosotros una de las fotografías que se denunciaron en Facebook, porque a alguien le pareció que ver a un bebé y una teta era algo ofensivo. Y me gustaría decirles que se planteen por qué les molesta tanto esa imagen, que los que tienen un problema son ellos, que los pechos están hechos para alimentar a nuestros hijos y no para utilizarse como símbolo sexual o lo que sea que tanto les molesta. También os paso el link de un grupo maravilloso de Facebook para que os unáis si os apetece.Lactancia materna

La lactancia materna es algo exclusivamente femenino y maravilloso, un regalo que hacemos a nuestros hijos para toda su vida como bien dice Carlos González. Ayudad a las madres a ofrecérselo a sus hijos, ayudad a esos niños y permitidles recibir lo que se merecen, lo que necesitan de verdad.

¿La leche materna provoca infertilidad?


A propósito del estudio que se ha publicado en los medios relacionado con la mala calidad de la leche materna de las catalanas, quiero presentaros un post de Alletar i Criar que me ha parecido excelente.

Contínuamente se presentan estudios en los medios de manera que dan a error, y este es un caso clarísimo. Por favor, leed la crítica de Cristina Pardo que no tiene desperdicio.

La bata blanca no les da sabiduría

A las 4 de la mañana (3 horas después de irme a dormir) empezó todo. Mucha gente ha pasado por esto y más estos días, era una gastroenteritis de las buenas. Fue una noche dura, no solamente por encontrarme mal sino porque no podía atender a mi hijo tal y como lo hubiera hecho en otras ocasiones. Entre visitas al baño, le daba el pecho a mi bebé cada vez que este lo reclamaba.  No os daré detalles, seguro que os imagináis que fue duro.

Por fin llegó la mañana y mi hijo se despertó tan tranquilo, así que aproveché para pedir el relevo a mi marido y, además, suplicarle que fuera a la farmacia a por un Primperan, que sabía que me iría bien. No es bueno auto medicarse y menos dando el pecho, así que fui corriendo a la fuente de información más fiable que conozco sobre el asunto: el Hospital de Denia. La división de Pediatría de este hospital ha creado la página web www.e-lactancia.org donde informa de la compatibilidad de los medicamentos, plantas, tóxicos y enfermedades con la lactancia materna.

Consulté el medicamento “por producto” y me apareció la información al instante. El Primperan es un antiemético, que no tengo ni idea de lo que significa, la cuestión es que el riesgo con la lactancia es de 0, literalmente SEGURO, COMPATIBLE.  Y añade: incrementan la producción de leche por aumento de la prolactina.

Es decir, que no solamente puedo tomarlo sino que además aumenta mi producción de leche, evidentemente, advierte sobre no utilizarlo como galactógogo sin control sanitario.

Total, que podía tomar Primperan tranquilamente.

A todo esto llegó mi marido de la farmacia con Ultra levura – un compuesto de bacilos, hongos productores de ácido láctico – y le miré con la cara descompuesta. Llevaba unas 7 horas pasándolo fatal, esperando a tomar algo que me ayudara y me traía «eso». Y entonces me contó que la farmacéutica había leído el prospecto del Primperan y dijo que yo no podía tomarlo porque estaba amamantando a mi hijo. Yo estaba bastante enfadada. Le conté a mi marido que el Primperan era compatible y que fuera a buscar el medicamento cuanto antes. Él, cumplidor, volvió a buscarlo y lo compró aun y con la insistencia de las farmacéuticas que le desaconsejaban que lo tomara sin una prescripción médica por nuestro hijo. Vamos, que se lo vendían  pero que estaba totalmente contraindicado.

El pobre llegó con el medicamento pero hecho un mar de dudas. Tuvimos que llamar a un médico amigo que nos dijo que no pasaba nada pero que tomara un medicamento alternativo. Lo tomé y nada, yo seguía igual de mal.

Así que utilicé el comodín de la llamada a la persona que más me fio de lactancia materna: Alba Padró,que es la persona que atiende las consultas telefónicas en ALBA lactancia materna. La llamé (domingo) y me confirmó que podía tomar Primperan, que no había ningún peligro para el bebé.

Yo estaba la mar de tranquila después de la llamada y quería tomarlo. Mi marido, que había estado bajo la presión de las farmacéuticas, no lo tenía tan claro. Y nuestra decisión fue que él se llevaba el bebé unas horas fuera y yo me tomaba la medicina, lo cual me fue muy bien para descansar. Comencé a sentirme mejor al poco rato.

Lo que me fastidia es que me podía haber tomado el medicamento horas antes, encontrarme mejor y estar con mi familia, y todo porque unas farmacéuticas están desinformadas y se fían de los prospectos, que no hacen más que cubrirse las espaldas.

Dar el pecho no tiene por qué ser sinónimo de sufrir. Por favor, responsables de la salud, ¡informaos! No os quedéis con los apuntes de la facultad, seguid formándoos e intentad estar cerca de expertos sobre la materia. Tuve la suerte de haberme informado y conocer fuentes de información fiables, pero no todo el mundo tiene por qué conocerlas, los profesionales de la salud sí tienen la obligación profesional y moral de estar informados, no las madres!

Vamos a la cama

Son las 8 y media de la tarde y mi bebé de 9 meses empieza a rascarse la oreja y los ojos. Mi marido me mira con complicidad porque sabemos que son gestos inequívocos de que nuestro hijo tiene sueño. Yo me pongo cómoda (pijama) y el papá prepara la cama (la nuestra) y ya estamos listos para llevar a nuestro bebé a dormir.

Me encierro en nuestra habitación con el bebé en brazos y enganchado al pecho. Empiezo a cantarle todo el repertorio Disney que me viene a la cabeza y camino de arriba para abajo haciendo un leve balanceo. Mi bebé coloca su manita en mi barbilla y juega con ella.

Sigo con mi repertorio, a veces repito la misma canción sin parar, intento bajar la voz, respirar más lento y relajarme yo misma. Poco a poco mi hijo reacciona a mis técnicas de relajación y veo como empieza a cerrar sus ojitos, parece como si fuera una película de dibujos animados.

Por fin, cierra los ojos, deja caer los brazos y sigue mamando más paulatinamente. Ya hemos superado la primera fase, hoy con bastante facilidad. Muchas veces me quedo embobada mirándolo, tenía razón la abuela de mi marido cuando decía que dormidos los quieres el doble. Incluso parece que no pese 10 kilos.

Llega el momento de dejarlo encima de nuestra cama. Con una maniobra bien estudiada lo dejo tumbado en la cama sin que abra los ojos y, lo más importante, sin que se suelte del pecho. Yo me tumbo a su lado y dejo que mame todo lo que quiera mientras se duerme profundamente.

Es tan agradable que a veces me quedo dormida, otras veces entro en facebook o juego desde mi móvil. Es un momento para mi, nada ni nadie puede arrebatarme esos minutos de paz.

Una vez considero que se ha dormido del todo, intento salir de la cama del modo más silencioso posible (siempre me acuerdo del post de somlallet sobre levitar). Después lo rodeo de cojines para que no se caiga de nuestra cama y voy a disfrutar de una tranquila cena con mi marido o lo que me apetezca hacer esa noche.

Es posible que se despierte varias veces entre que lo dejo durmiendo y me voy a la cama. Cuando lo oigo llorar, voy lo más rápido posible, le dejo tomar teta hasta que se queda dormido y vuelvo a salir.

Finalmente, nos vamos a dormir los papás con el bebé. Nos quedamos fritos en pocos minutos después de llegar a la cama. El bebé mama a su antojo durante toda la noche y nos levantamos relativamente descansados al día siguiente.

Me siento muy afortunada y espero poder revivir este ritual muchas noches.

Evidentemente, también tenemos días malos, días en los que estoy agotada y quiero que se duerma más rápido, días en los que no se encuentra bien, días que.. te gustaría que pasaran rápido. Pero no por culpa de los días malos debemos olvidarnos de los buenos, que son la mayoría.

El embarazo, cuídate e infórmate

Desde el día que sabemos que estamos embarazadas hasta que llega nuestro bebé, tenemos una larga espera que puede parecer interminable. Una vez tuve a mi bebé no pude evitar pensar que debería haberme preparado más a todos los niveles, pero sobre todo a nivel psicológico.

Preparar el cuerpo

Preparar el cuerpoLos que me conocen saben que estoy en contra de la obsesión por no engordar (tanto en el embarazo como en cualquier momento de la vida). Es curioso como después nos pasamos los primeros años del bebé obsesionadas para que engorde. Aun así, considero que el embarazo es una muy buena excusa para cuidarse: tomar más fruta y verdura de lo habitual, y disminuir las galletas, chocolates, cruasanes y todo lo que suene así de apetitoso.

En mi caso, los primeros meses no engordé nada y, de golpe, engordé 8 quilos. Mi ginecóloga me pidió el máximo cuidado con la dieta y que, entre otras cosas, eliminara la fruta porque, según ella, engordaba mucho. Textualmente me dijo “no me importa que comas bien, solamente que comas poco”. ¡Madre mía! A mí me pareció una barbaridad, así que me fui rápidamente a ver a mi endocrino de confianza, que prescribe los mejores alimentos para la formación del bebé y la salud de la madre. Mi nueva dieta, rica en verdura y fruta, no me engordó más de lo necesario a partir de ese momento.

Ojalá hubiera ido a visitar a mi endocrino desde el principio, además te adapta la dieta según la etapa del embarazo en el que te encuentres.

Por otro lado, vale la pena hacer algo de ejercicio. Recomiendo andar cada día un poco y hacer una sesión medianamente intensa una vez a la semana. Nuestro cuerpo sufre muchísimos cambios internos y externos durante todo el proceso del embarazo y vale la pena fortalecerlo para que todo sea un poco más fácil.

Preparar el parto

Las clases pre parto no son suficientes, y mucho menos si las clases las haces en el misma clínica dónde piensas parir. Mi ginecóloga me comentó en una ocasión “yo prefiero que no te informes demasiado para que no te hagas falsas expectativas sobre el parto”, por suerte, sí me informé.

Yo hice las clases pre parto con una comadrona especializada en partos naturales en casa y es muy recomendable. Además de contarnos todo lo que podíamos esperar del parto en sí, nos advirtió sobre los “protoculos” de los hospitales públicos y privados. Algunas cosas básicas a tener en cuenta:

–          Tipos de parto: vuestro parto no tiene por qué ser como la comadrona o ginecóloga ha previsto. Al contrario, debe ser el máximo de parecido a lo que vosotros hayáis pensado. Informaros sobre todas vuestras opciones y redactad un plan de parto para dejarlo por escrito.

–          Libertad de movimiento: pedid que os dejen moveros a vuestro antojo durante el parto, que os podáis colocar en la postura que mejor os vaya a cada una, que os dejen disminuir la luz de la habitación dónde os encontráis, que podáis comer y beber según necesitéis para coger energía , etc.

–          No dejéis que os infantilicen: el parto es vuestro, sois más que capaces de parir, lo han sido todos los millones de mujeres que ha habido antes de nosotras y lo serán nuestras sucesoras. No hace falta que os pongan edemas (supositorio para eliminar las heces) ni episiotomía (corte en la vagina para que quepa el bebé), entre otros. Un apunte sobre la episiotomía: la OMS establece que un 10-15% de las parturientas pueden precisar una episiotomía, en España se realizan en un 85% de los partos. Es decir, que se hace por sistema.

–          Que no os separen: si miráis quenooseparen.org podréis encontrar las mil razones de por qué no deben separar a un bebé de su madre en ningún momento desde que nace. No es necesario y es contraproducente.

–          Da el pecho: no te lo pienses, amamanta a tu bebé. Los beneficios son infinitos a todos los niveles y las ayudas son más de las que parece en un primer momento. Acude a un grupo de lactancia. Son madres que ayudan a otras madres sin ánimo de lucro, porque saben que los profesionales de la salud no están siempre bien informados. Es importante que sepas que dar de mamar no duele, ni causa grietas, ni te estropea el pecho… al contrario, es placentero y evita muchas enfermedades, entre ellas, el cáncer de mama.

Preparar la mente

Preparar la menteMuchas mujeres se preparan el cuerpo y el parto, pero se olvidan de la mente. Llega el bebé y nos damos cuenta de lo vulnerables que somos, nuestro bebé llora a todas horas, nuestro cuerpo no nos responde como pensábamos, nuestra pareja no es el atento galán que habíamos pensado, nuestra madre o suegra no nos ofrecen la ayuda que habíamos previsto…  Para prepararnos recomiendo dos cosas que pueden hacerse a la vez: sesiones de psicología y muchos libros. Algunos títulos que a mí me han ayudado: cualquier libro del pediatra Carlos González o Laura Gutman, Amar sin miedo a malcriar de Yolanda González Vara, Nuestros hijos y nosotros de Meredith F. Small, El bebé es un mamífero de Michel Odent, Crianza Feliz o Dormir sin lágrimas de Rosa Jové, etc. También podéis acudir a páginas web como www.crianzanatural.com o www.elpartoesnuestro.es o revistas como El Mundo de Tu Bebé o Vivir en Familia.

Pero la mejor manera de hacer una buena inmersión en el tema es acercarnos a otras madres que lo hayan sido recientemente, si no tenéis ejemplos cercanos de embarazos, partos o crianza, no dudéis en visitar grupos de madres, grupos de lactancia, foros online relacionados, etc. La gente que ha pasado por todo esto está deseando contarlo a otras madres para que puedan aprender de su experiencia y seguro que seréis más que bienvenidas.

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